¿DISFRUTAS TU VOCACIÓN? ¿PADECES TU VOCACIÓN?

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¿DISFRUTAS TU VOCACIÓN? ¿PADECES TU VOCACIÓN?

Nadie escoge el compromiso de una vocación para llegar a ser infeliz y desdichado. Cuando asumimos el estilo de vida de una vocación determinada, tenemos la voluntad decidida de alcanzar poco a poco la realización de nuestros ideales, los cuales apuntan siempre al bienestar personal, familiar y social.

Es imprescindible buscar el bienestar en cada estilo de vida, siendo capaces cada vez más, de equilibrar las responsabilidades y el trabajo con el crecimiento personal y una buena experiencia existencial.

En redes sociales abundan imágenes con reflexiones directas que apuntan esta idea de manera punzante… algunas dicen:

  • “La vida es muy corta como para tener el trabajo equivocado”.
  • “Nuestro tiempo en esta tierra es demasiado pasajero como para compartirlo con las personas equivocadas”.
  • “Es tonto e insensato quien dedica los días de su vida a hacer lo que no le gusta”.

Podemos encontrar también en la palabra de Dios expresiones realistas que dan cuenta de algo similar:

  • “¡El hombre! Como la hierba son sus días, como la flor del campo, así florece; pasa por él un soplo, y ya no existe, ni el lugar donde estuvo vuelve a conocerle”. (Salmo 103, 15 – 16)
  • “El hombre es semejante a un soplo, sus días, como sombra que pasa”. (Salmo 144, 4)
  • “El hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de tormentos”. (Job 14, 1)

Es sano y noble comprender con realismo las circunstancias de la existencia, sin olvidar el gozo y el disfrute de esta increíble experiencia de estar vivos. También es sano afirmar que el objetivo de la respuesta vocacional no tendría por qué ser diferente.

Comprendemos que el llamado de Dios a la vida de especial consagración tiene como finalidades fundamentales la glorificación del creador y nuestra realización como seres humanos.  No acogemos este llamado de Dios para resignarnos a un estilo de vida que poco a poco nos va mermando la experiencia existencial y mucho menos para hastiarnos de la vida, hasta el punto de lamentarnos por aquello que escogimos.

¿Esto sucede? ¡Claro! Y es tema de reflexión necesaria.

No está bien que los vocacionados, hombres y mujeres en los seminarios y en comunidades religiosas, poco a poco vayan perdiendo la alegría de esta opción, agobiados y lastimados por un estilo de vida que les atrapa en medio de la vorágine de sus miles de condiciones y compromisos.

No está bien que los ya consagrados, sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos, sufran el rigor de circunstancias que, por alguna razón, no velan por el bienestar del estilo de vida vocacional.

Dirán muchos que la vocación se basa en la entrega y el sacrificio y no tanto en el disfrute y la satisfacción, cuando en realidad todas las anteriores son condiciones innegociables.

Pero ante el reducido espacio de esta página y el deseo de profundizar más en esto, preguntémonos por ahora…

  • ¿Crees que la vocación, vida consagrada, vida matrimonial, soltería, entran en contradicción con el disfrute de la misma vida?
  • ¿Qué está generando los altos índices de insatisfacción y frustración en las diferentes opciones vocacionales?
  • ¿Disfrutas y vives con alegría tu vocación personal?

 

Por: P. Sergio Urrego Marulanda
Promotor vocacional

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