La Ceja, Julio 14 de 2012
Aniversario 19 de la muerte de Mons. Alfonso Uribe Jaramillo
En la sencillez y profundidad de esta celebración, hacemos memoria de Mons. Alfonso Uribe Jaramillo, al cumplirse 19 años de su muerte.
Hacemos memoria, porque es imposible no sentir la fuerza y la actualidad de un hombre de Dios, que marcó la historia de esta Iglesia particular de Sonsón – Rionegro. Es imposible no sentir la acción de Dios a través de uno de sus elegidos; es imposible no agradecer las huellas de santidad que siguen iluminando nuestra Iglesia Diocesana y a sus hijos e hijas espirituales.
«No está el discípulo por encima del maestro ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro» (Evangelio)
En la historia de salvación no cuentan las personas en sí mismas y para sí mismas, sino en cuanto que son instrumento del accionar de Dios en favor de su pueblo santo. Cada vocación es don de Dios para bien de los hombres. No es un nombre, una persona que por sí misma sea importante, sino su capacidad de respuesta al señor, de asemejarse a su Maestro… Es Dios quien hace «cosas grandes» a través de sus elegidos.
Sólo el que se une a Dios, el que se encuentra con Dios puede darlo a conocer. Recordemos la experiencia del profeta en la primera lectura: es una experiencia de la santidad de Dios, experiencia fascinante y sobrecogedora que lo hace sentir pequeño e impuro… pero que lo lleva a la total disponibilidad para contestar la pregunta de Dios ¿A quién mandaré?, «Aquí estoy, mándame».
Solamente de ahí, de esta experiencia profunda de Dios, de ese encuentro con el Señor, puede salir la fuerza para predicar el evangelio, para «anunciarlo en pleno día, para pregonarlo desde la azotea». Solamente desde allí es que se puede vencer el temor a los «que matan el cuerpo», se puede hacer frente a las persecuciones y a las afrentas y aceptar sin reticencias «tomar la cruz», con alegría y decisión.
Hoy queremos honrar la santidad de Mons. Alfonso, es decir su capacidad de amar al Señor para dejarse transformar por Él y desde Él poner a disposición lo mejor de sí para ayudar a construir la Iglesia del Señor, para llevar adelante la santificación de los hombres.
La santidad se podría decir, es la correspondencia a la gracia –y como gracia es gratuidad- de Dios, correspondencia que lleva a la conversión, que permite amar a veces aún por encima de las propias fuerzas, que hace arder en celo pastoral, en caridad pastoral; que no escatima esfuerzos, que acepta el sacrificio, que llama a la humildad…
Siguiendo el caso de Isaías, es la experiencia de purificación, que hace Dios mismo, para disponer a sus profetas, a sus sacerdotes, a sus enviados para anunciar con autoridad, con eficacia, desde un verdadero testimonio la vida nueva en Dios, la redención de los hombres, el perdón de los pecados, la misericordia de Dios amor. Es decir, se hace capaz, sin temor, de «reconocer a Jesús ante los hombres», de dar la cara por Jesús ante los demás. La valentía para predicar el evangelio es propia de los santos, de los que han dejado actuar a Dios en ellos.
Sin duda, la expresión «no les tengas miedo» de Jesús, fue acogida en plena confianza por Mons. Alfonso. Predicar con firmeza y libertad la fuerza liberadora del evangelio de Jesucristo, enfrentar con esa fuerza el mal en todas sus manifestaciones. Un pastor que supo llevar ante Dios el peso del mal.
Hay una cosa que no puede faltar en el testimonio de un pastor: la vida de oración, la confianza en Dios… el no ponerse uno en el centro, para dejarle el puesto a Dios. Confiar en Dios… FE. Otra de las enseñanzas claras de Mons. Alfonso. Nada depende de nuestras capacidades, todo se alcanza de la Providencia divina, que todo lo puede.
No dejamos de agradecer, en Mons. Alfonso, la forma en que Dios va suscitando los pastores según su corazón, para regir en cada época a su pueblo santo.
Le pedimos al Señor que nos siga bendiciendo con los pastores suficientes y cualificados en santidad para continuar la marcha de nuestra Iglesia diocesana y el servicio cada vez más necesario de ayuda a otras iglesias.
Todo para mayor gloria de Dios.
Amén
Lecturas: Isaías 6, 1-8 y Mateo 10, 24-33
+ Fidel León Cadavid Marín
Obispo Sonsón Rionegro