El Ave María, junio 6 de 2013
Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote
Ordenación de Giovanny Humberto Arcila Arcila
Muy querido hermanos y hermanas,
Por muchos motivos, tenemos que estar alegres de estar aquí reunidos. Compartimos la dicha con la Comunidad de las Hijas e Hijos del Fiat, por ordenarse sacerdote el primero de sus hermanos y por celebrar por primera vez una ordenación sacerdotal en este Templo, dedicado al Padre celestial. Pero lo más grande, es que Giovanny Humberto Arcila Arcila recibe el don del Único Sacerdocio de Cristo, en este día de fiesta en honor a Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote.
«Es justo y necesario, darte gracias, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Que constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna, y determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio»: vamos a escuchar en el Prefacio.
Hoy damos gracias por el sacerdocio de Cristo, y porque ese sacerdocio, también hoy, se perpetúa en Goivanny Humberto, para alabanza de Dios y bien de la Iglesia y del mundo.
Para saber quién es un sacerdote tenemos que remitirnos al único Sacerdote, Jesucristo. Esta fiesta nos permite desvelar la esencia de ese sacerdocio de Cristo.
El corazón sacerdotal de Jesús, se deshace por su rebaño. Desea ardientemente celebrar la pascua con sus discípulos… Desea expresarles en el pan y el vino de la cena el inmenso amor que lo lleva a entregar su vida.
En la Eucaristía Jesús revela el significado interior de su muerte, manifiesta sus sentimientos de sacerdote y pastor.
El pan y el vino, que toma, sobre los cuales da gracias, parte y reparte, es la misma vida de Jesús ofrecida en la cruz. Jesús no ofrece ya ovejas y carneros, sino a sí mismo.
No hay sino un único sacrificio de la nueva alianza: el de Cristo, que se ofrece a sí mismo al Padre como hostia inmaculada. Su sacerdocio consiste en la entrega total de su propia vida, en obediencia fiel a la voluntad del Padre.
«Por vosotros»: hace explícito el significado de la fracción y la distribución del pan y la entrega del vino: la muerte de Jesús no es únicamente el resultado de una violencia absurda, sino de la muerte padecida por el bien de los otros. Jesús muere por los que ama, por sus discípulos. Por voluntad de Dios, Jesucristo se entrega por los hombres: tal es el valor que tenemos a los ojos de Dios, nuestra mayor dignidad. Dios paga por los hombres el mayor precio posible.
Jesús toma distancia de un sacerdocio ritual, siempre criticó el culto ligado a preceptos humanos que privilegiaban ritos externos de purificación sobre la observancia de los mandamientos, centrados en el amor a Dios y al prójimo. Su sacerdocio es existencial: no ofrece sacrificios ni ofrendas, sino a sí mismo: «Aquí estoy, para hacer tu voluntad». Así se ha convertido en «causa de salvación para todos aquellos que le obedecen». Se ofreció a sí mismo al Padre y el Padre lo exaltó por encima de toda criatura, y lo ha constituido Mediador universal de salvación.
El Señor manda a sus discípulos: «Haced esto en memoria mía». Les encarga la delicada misión de hacer conexión entre la persona de Jesús (su ministerio entero, consumado en la cruz) y todas las comunidades llamadas por Jesús a lo largo del tiempo de la Iglesia.
El «esto», no se reduce a acciones litúrgicas. Ofreciendo pan y vino en la última cena, Jesús revela el significado de todas sus enseñanzas y acciones con el pueblo: que toda su vida es una ofrenda, que toda su existencia es para los demás. Vive dando su vida y dando vida (en abundancia). Eso es lo que la comunidad las debe realizar «en recuerdo mío». Así la pasión de Jesús se convierte en modelo de vida de la comunidad cristiana. Este es el paradigma de todo discípulo auténtico.
El Padre ha determinado en su designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio. El sacerdocio de Jesús continúa presente en medio de su Iglesia: el don de su vida por sus discípulos continúa vivo en aquellos que junto con Él son llamados a hacer lo mismo.
Por eso, antes de morir, «con amor de hermano», elige a unos hombres para que en virtud del sacerdocio ministerial, bauticen, proclamen la Palabra, perdonen los pecados y renueven su propio sacrificio, en beneficio y servicio de sus hermanos. Esa elección se concretiza hoy en Giovanny, otro de los tantos a los que el señor ha amado con predilección y lo ha asociado a su sacerdocio.
La ordenación es un acto sacramental que transmite una gracia de santificación; los llamados son tomados del mundo y consagrados al servicio de Dios.
El sacerdote es excelso porque encarna en la tierra al mismo Cristo. «Quien no ha querido tener ningún cooperador en la obra de la Creación, quiere tenerlo en la obra de la Redención» (Pedro de Blois).
Retomo parte de las palabras del papa francisco, sobre las funciones del Sacerdote, dirigidas a un grupo de sacerdotes que ordenó en el mes de abril, y hoy personalizadas para ti, Giovanny:
1. Función de enseñar en nombre de Cristo: «transmite a todos la Palabra de Dios que has recibido con alegría. Recuerda a tu mamá, a tus abuelas, a tus catequistas, que te han dado la palabra de Dios, te han transmitido el don de la fe. Y al leer y meditar asiduamente la Ley del señor, procura creer lo que lees, enseñar lo que crees y practicar lo que enseñas. Recuerda también que la palabra de Dios no es de tu propiedad, es la palabra de Dios. Y la Iglesia es la que custodia la Palabra de Dios».
«Que tus enseñanzas sean alimento para el pueblo de Dios; que tu vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que, con tu palabra y tu ejemplo, se vaya edificando la casa de Dios, que es la Iglesia».
2. Función de santificar en nombre de Cristo: «Por medio de tu ministerio alcanzará su plenitud el sacrificio espiritual de los fieles, que por tus manos, junto con ellos, será ofrecido sobre el altar, unido al sacrificio de Cristo. Date cuenta de lo que haces e imita lo que conmemoras, de tal manera que, al celebrar el misterio de la muerte y resurrección del señor, te esfuerces por morir al mal y procura caminar con Él en una vida nueva».
«Introducirás a los hombres en el pueblo de Dios por el bautismo. Perdonarás los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia por el sacramento de la Penitencia. Y hoy te pido en nombre de Cristo y de la Iglesia: por favor no te canses de ser misericordioso. A los enfermos les darás el alivio del óleo santo, y también a los ancianos: no sientas vergüenza de mostrar ternura con los ancianos. Al celebrar los ritos sagrados, al ofrecer durante el día la oración de alabanza y de súplica, te harás voz del pueblo de Dios y de toda la humanidad».
«Consciente de haber sido escogido entre los hombres y puesto al servicio de ellos en las cosas de Dios, ejerce con alegría permanente, lleno de verdadera caridad, el ministerio de Cristo Sacerdote, no buscando el propio interés, sino el de Jesucristo. Eres pastor, no funcionario. Eres mediador, no intermediario».
La idea de acomodarse al mundo hace a los sacerdotes funcionarios. Tantas pompas y comodidades obnubilan el sentido sustancial del sacerdote-víctima. Se convierte en un ministerio estéril que contradice su misión.
3. Al participar en la misión de Cristo, Cabeza y Pastor, para gobernar al pueblo de Dios: «permaneciendo unido a tu Obispo, esfuérzate por reunir a los fieles en una sola familia para conducirlos a Dios Padre, por medio de Cristo en el Espíritu Santo. Ten siempre el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir; y buscar y salvar lo que estaba perdido».
Giovanny, hoy has sido llamado para perpetuar el sacerdocio de Cristo el Sumo Sacerdote. Como «hijo del Fiat» debes entender que Jesucristo se hizo sacerdote en la obediencia plena a la voluntad del Padre para cumplir la misión redentora de la humanidad. Tu acción sacerdotal consistirá en seguir el mismo camino de amor y fidelidad de tu Señor. Él te quiere conceder un amor a la medida del suyo, hasta el extremo, al configurarte con Él en la Ordenación, para que hagas siempre actual, su sacrificio en la cruz, para que seas capaz de compadecerte de las miserias humanas, para que sepultes tu vida por amor a Dios y a los demás.
María siempre será luz para quienes quieren decir un SI, como el de Jesús, a la voluntad salvadora del Padre.
+ Fidel León Cadavid Marín
Obispo Diócesis Sonsón – Rionegro