
»Hoy el Evangelio -continuó- relata el episodio de la Transfiguración, al culmen del ministerio público del Señor Jesús, en su camino hacia Jerusalén donde se cumplirán las profecías del “Siervo de Dios”, y se consumará su sacrificio redentor». Francisco recordó como ni la multitud, ni los apóstoles, entendían que el éxito de la misión de Jesús fuera la pasión gloriosa, y cómo Éste decidió entonces mostrar un anticipo de su Gloria a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, para confirmarlos en su fe y animarlos a seguirlo en el camino de la prueba, en el camino de la Cruz. »Desde el cielo -añadió- se escuchó la Voz del Padre: Éste es mi Hijo querido. El amado. Escúchenlo».
El Papa explicó que escuchar a Cristo comporta asumir la lógica de su misterio pascual, poniéndonos en camino con Él para hacer de nuestra propia existencia un don de amor a los demás, en obediencia dócil a la voluntad de Dios Padre, con una actitud de desprendimiento de las cosas mundanas, y de libertad interior. »Comporta el estar listos a perder la propia vida, entregándola, para que todos los hombres se salven y así encontrar la felicidad eterna. En medio, habrá siempre una cruz, la de las pruebas, pero al final siempre nos lleva a la felicidad». Finalmente, el Pontífice animó a todos a dejarse transfigurar por el amor, capaz de transfigurar todo, e invocar a la Virgen María para que nos sostenga en este camino.