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El Papa citó a continuación el pasaje del evangelio de San Lucas que narra lalectura del rollo de la Ley en la sinagoga de Nazaret, cuando Jesús toma las Sagradas Escrituras y recita la frase de Isaías: »El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres» y después, tras un momento de silencio dice, en medio del estupor general: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acabáis de escuchar».
»Evangelizar a los pobres: ésta es la misión de Jesús; según Él mismo dice -subrayó Francisco- ésta es también la misión de la Iglesia, y de todo bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es lo mismo. Anunciar el Evangelio, con la palabra y, antes todavía con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Aquí se ve que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, al contrario, privilegia a los más lejanos, a los que sufren, a los enfermos, a los descartados de la sociedad. Pero preguntémonos: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa ante todo acercarse a ellos, significa tener la alegría de servirlos, de liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el Evangelio de Dios, es Él la Misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él quien se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza…El anuncio mesiánico del Reino de Dios venido entre nosotros se dirige de modo preferente a los marginados, a los prisioneros y a los oprimidos».
»Probablemente en tiempos de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de fe. Podemos preguntarnos: ¿Hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, somos fieles al programa de Cristo? ¿La evangelización de los pobres, llevarles la buena nueva , es la prioridad?Cuidado -advirtió el Pontífice- : no se trata sólo de hacer asistencia social, ni tanto menos actividad política. Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica del amor. En efecto, los pobres están en el centro del Evangelio».
El Papa finalizó su reflexión pidiendo a la Virgen María, »Madre de los evangelizadores», que nos ayudase a »sentir fuertemente el hambre y la sed del Evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de los pobres y cada uno de nosotros y cada comunidad cristiana testimoniase »concretamente la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha dado».