Valoración pastoral de la exhortación apostólica postsinodal “Amoris Laetitia”

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Pbro. Jorge Andrés Tabares Ríos
Delegado de misiones

El pasado 8 de Abril fue  presentada en la Ciudad del Vaticano la exhortación apostólica «Amoris Laetitia: La alegría del amor«, firmada por el Santo Padre el 19 de marzo del presente año, solemnidad de San José. El título Amoris Laetitia, explicaba el cardenal Baldisseri, Secretario General del Sínodo,  está en plena continuidad con la exhortación apostólica Evangelii Gaudium. Así lo expresaba el purpurado: “De la alegría del Evangelio a la alegría del amor en la familia. El recorrido sinodal ha presentado la belleza de la familia hablando del amor que constituye el fundamento de la institución familiar, porque Dios es amor entre Personas, y la Trinidad no es soledad. Así, el trabajo de los padres sinodales recoge la pluralidad de las experiencias y los puntos de vista de las Iglesias particulares. El debate entre opiniones diversas se ha desarrollado con libertad y franqueza, lo que permitió lograr un resultado casi unánimemente compartido”.

La exhortación postsinodal es larga porque son muchas y complejas las cuestiones relacionadas con el matrimonio y la  familia. Contiene  9 capítulos, 325 numerales. Es un documento solemne del magisterio ordinario, escrito con un lenguaje pastoral, suficientemente claro, que debe ser acogido con respeto. El escrito está dirigido explícitamente a los cristianos. Hay puntos que tienen mayor interés para unos que para otros, dependiendo de la situación en que uno se encuentra y de sus necesidades.  Por tal motivo, el Papa, desde el principio, invita a hacer una lectura pausada y completa de la exhortación y así evitar desviaciones y comentarios descontextualizados. Hay que leer en profundidad la rica teología sobre el amor cristiano que ofrece el documento.

La clave de lectura de la exhortación, de acuerdo con el tiempo jubilar que vive la Iglesia es “la lógica de la misericordia pastoral”. El Papa afirma claramente la doctrina sobre el matrimonio y la familia y la propone como idea irrenunciable; recordando que, en estos asuntos tan personales, no todo se resuelve a base de leyes. Y, si bien es cierto que la Iglesia tiene una doctrina luminosa sobre el amor y el matrimonio, “hay diferentes maneras de interpretar algunos aspectos de la doctrina o algunas consecuencias que se derivan de ella”. El Sumo Pontífice, siendo firme en lo doctrinal, es consciente de que hay situaciones que necesitan un tratamiento propio.

La Exhortación también resalta los aspectos más positivos, alentadores y luminosos del amor conyugal; y cuando es oportuno proyecta la luz de la misericordia sobre las situaciones más dolorosas, que requieren un tratamiento personal y diferenciado. Es el estilo de Francisco, cercano, sincero, práctico, renovador que sitúa las verdades de la fe  y la doctrina sobre la familia en el contexto actual, de modo que sean entendidas y vividas. Por eso la lectura de Amoris laetitia es tan reconfortante. Nadie debe sentirse condenado, nadie despreciado, ni excluido. En este clima de acogida, la enseñanza de la visión cristiana del matrimonio y de la familia, se convierte en invitación, estímulo, en la que podemos creer en la alegría del amor que es incluyente y humanizante.

Por Último, Francisco confía en la “alegría del amor” como la brújula que indica el camino de la Iglesia, especialmente en el discernimiento de las situaciones irregulares del matrimonio. Dice el Papa: “Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna”. Para este propósito la  exhortación no ofrece  una casuística de recetas, pero si podemos recordar algunas frases famosas del Sumo Pontífice: “A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de tortura, sino el lugar de la misericordia del Señor”. La Eucaristía “no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”. Pues no podemos poner “tantas condiciones a la misericordia que la vaciamos de sentido concreto y de significación real, y esa es la peor manera de licuar el Evangelio”. “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”.

 

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