«El mal es infidelidad a Dios» Mons. Fidel Cadavid, en la misa del Miércoles de Ceniza

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Este miércoles 6 de marzo empezó en la Iglesia el tiempo litúrgico de la Cuaresma, el cual prepara a los creyentes, durante 40 días, a la celebración de la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Como es habitual, monseñor Fidel León Cadavid Marín, obispo de la diócesis, presidió la Eucaristía del medio día en la Catedral San Nicolás de Rionegro, y realizó la imposición de la Santa Ceniza a los católicos presentes en la Celebración.

En la homilía, monseñor habló de los principales elementos que deben motivar a las personas durante el tiempo de cuaresma. “Este no es un día de llegada, sino el inicio de un camino, un itinerario. Seamos conscientes que venimos dispuestos a caminar hacia la pascua, y a preguntarle al Señor en su palabra cómo debemos caminar. La cuaresma, según las lecturas que hemos escuchado, nos pone en relación con Dios; así comienza la primera lectura “vuélvanse a mi”, eso es lo fundamental; este camino es de volver al Señor y por lo tanto de revisar muchas cosas. ¿Por qué tenemos que volver al Señor? En esa primera lectura, el profeta Joel se arriesga a llamarnos a todos: «Arrepiéntanse»; pero ¿de qué?”

Monseñor habló respecto a que es necesario comprender y reconocer la presencia del mal, de lo que hace daño, de lo que no nos sirve; es necesario tomar consciencia de eso; “ninguno de nosotros está ciego para descubrir el mal del mundo, el mal que hay en nosotros, en la sociedad, en las familias, en todas partes. Es necesario ser conscientes de los efectos del mal, del daño, de la destrucción, de la angustia o de la tristeza que se crea alrededor del mal, eso es infidelidad a Dios

Monseñor habló, también, de las características de Dios: “tierno y paciente, es cariñoso, ama, perdona, y es capaz de olvidarse, de no tener en cuenta nuestro extravío; nos tiene que halar desde dentro esa bondad de Dios, tan misericordioso, por eso podemos volver a él y es necesario volver a Él”.

«En la primera lectura aparecen varios signos rituales de expresión externa de lo que significa tomar consciencia de volver o cambiar, con llanto, luto, desgarrando vestido, que eran signos externos de expresión de penitencia. La liturgia de hoy señala dónde debe operarse el verdadero cambio, desde dónde debemos convertirnos; no son cuestiones externas, sino desde el corazón. El camino que recorremos es un itinerario del corazón creyente, del corazón arrepentido, del corazón donde la verdad de cada uno y la verdad de Dios aparecen con claridad; no nos distraigamos con otras cosas, no es el momento de señalar y juzgar a nadie, de pensar en el pecado de los demás, en el propio, en lo más adentro de nosotros mismos.

El señor desenmascara la falta de corazón, actos de justicia no para aparecer; la cuaresma no es para aparecer, es para hacer todo solo donde Dios se da cuenta, solamente Él lo debe notar y allí es donde se da la verdadera transformación de cada uno, allá adentro, en el corazón. Y que a través de las acciones propias del tiempo de cuaresma –limosna, ayuno, penitencia- demostremos que con amor queremos llegar a esa conversión personal.

Cuaresma, tiempo especial para expresar el amor concreto de corazón, tiempo de compartir nuestra vida, nuestro tiempo, nuestras capacidades, nuestros bienes y que aprendamos no a dar cosas, sino a darnos, para parecernos a Dios, que nos da su amor, que nos da su hijo, que lo entrega por nosotros» añadió el obispo diocesano.

Homilía completa

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