Este material que enmarca la semana por la familia, la infancia, la juventud y las vocaciones, busca ofrecer un subsidio pastoral que ilumine nuestro compartir en la reflexión sobre el papel del Espíritu Santo en la vida del hombre, permitiéndonos verlo como una Fuerza que se hace presente en cada momento de nuestra existencia, sobre todo cuando más necesitamos de Él.
El Espíritu se manifiesta por diversos signos, recordándonos que a través de Él, Cristo cumple su promesa de ir con nosotros hasta los confines del mundo; el Espíritu acompaña al hombre desde su infancia en el delicado sonido del viento, a través del cual viajan las sonrisas de los niños y niñas que portan como bandera de vida la alegría, el Espíritu arde fervientemente en el corazón del joven, como un fuego que abraza y consume con pasión la vida, guiándoles a experimentar con ardor sus propias existencias.
Es el Espíritu de Dios, el que se mueve en el interior del hombre como un manantial de agua viva, que pide salir y ser compartida con todos aquellos que tienen sed, de justicia, de amor, de verdad, sed de Dios, y que suscita vocaciones que vayan por el mundo anunciando el amor.
Espíritu que da unción a sus consagrados, con el aceite que imprime identidad y carácter cristiano, asimismo conforta el corazón de aquellos a quienes los sacerdotes, religiosos y religiosas acompañan con bondad y Misericordia. Espíritu que es nube que cubre nuestra piel del sol, de las heridas que causa el pasar de la vida, el tránsito de los años, nube que representa la familia, aquellos que nos acogen de manera incondicional, aun cuando la fragilidad se hace presente.
Espíritu de esperanza que viene como la luz de una estrella a iluminar nuestros corazones, a llenarlos de vida, como con su amor llenó de vida el corazón de María, estrella de la nueva evangelización, para recordarnos que el norte hacia el que va dirigida nuestra vida es Cristo y el espíritu es la brújula que nos muestra como imitarlo para llegar a él.
Que esta semana sea la oportunidad para orar y dejarnos guiar por el Espíritu en el camino de amor que Dios coloca en el corazón de cada hombre y mujer, su vocación.