Mons. Saúl Grisales presidió Eucaristía en Acción de Gracias
El lunes festivo 19 de marzo, en la Solemnidad de San José, patrono de la Iglesia, monseñor José Saúl Grisales Grisales, obispo electo de Ipiales y quien recibió la ordenación Episcopal el sábado 17 de marzo, celebró una Eucaristía en Acción de Gracias a Dios y a la diócesis, por el ministerio que recibió.
La celebración, realizada en la Catedral San Nicolás el magno de Rionegro, a las 12 del día, contó con la presencia de Mons. Fidel León Cadavid Marín, obispo de Sonsón Rionegro, y cerca de 80 sacerdotes quienes se acercaron para agradecer a Dios por el ministerio episcopal de Mons. Saúl, quien hacía parte del clero de nuestra jurisdicción eclesiástica.
En la homilía, monseñor Saúl habló del patrocinio de San José, de su gratitud con la iglesia y de volver la mirada al padre adoptivo de Jesús.
“La mano de Dios que conduce nuestra vida y nuestra historia me ha traído en este día ante ustedes queridos y amados hermanos del presbiterio de Sonsón Rionegro, como obispo, sucesor de los apóstoles y servidor del Señor en la Iglesia”.
“El señor ha querido confirmarme con benevolencia, retándome a caminar este trayecto de la existencia, abandonado a su guía, y como permanente aprendiz en su corazón sacerdotal, de la misión de Padre y Pastor de su grey. Nos congregamos en una de las fiestas que propone la liturgia de la iglesia, la de san José, al que conocemos como esposo de la Virgen María y padre adoptivo de Jesús, dos tareas que pronunciamos con facilidad, pero significaron para este buen hombre la misión más sublime, el encargo más noble, la vocación más alta”.
“José de Nazaret participó en este misterio, el de la encarnación, como ninguna otra persona a excepción de María, la madre del verbo encarnado. Por su papel en el proyecto divino y la obediencia con la cual abrazó el encargo recibido de lo alto, el pueblo fiel lo invoca bajo el título del patrono de la Iglesia Universal”.
Es el amor que mueve la iniciativa, el que nos potencia para creativos; aprendamos en este día esa hermosa actitud de san José. necesaria en nuestra vida cristiana y en modo particular en nuestra vida de pastores. Sí hay amor por Dios, nos moveremos de nuestras comodidades; si hay amor por Dios, la conversión dejará de ser palabra de cuaresma, para asumirla como actitud permanente de la vida; si hay amor por Dios, haremos discernimiento para ver qué sirve al anuncio del evangelio y abriremos caminos nuevos para que este se implante fértilmente en el corazón de los hombres de nuestro tiempo.
Invitó a los sacerdotes a volver hoy sobre la mirada a san José, para que con el renueven el nuestro compromiso de vivir con alegría la vocación que Dios les han entregado; “sin reparos; sin cálculos; sin buscarnos a nosotros mismos; sin afanes de comodidad; sin rehuir a las pruebas; sin dejarnos desencantar por los rechazos de quienes no reciben a Cristo, que toca a la puerta de su existencia; haciendo frente a los retos con la gracia que viene de lo alto; luchando con todas las fuerzas de nuestro ser por custodiar el evangelio, don precioso que vale todo sufrimiento y renuncia; con una vida muy laborioso en lo apostólico, pero sin buscar aparecer y sin carrerismos como tantas veces lo ha advertido el papa Francisco; haciendo de la humildad y sencillez el distintivo cotidiano de vivir; tomando todas nuestras capacidades y uniéndolas a las de los demás hermanos para construir proyectos de bien en el mundo y en la iglesia”.
Insistió en la necesidad de volver la mirada a san José, para pedirle que su patrocinio nos acompañe en esta hora del mundo, “para que siguiendo el ejemplo de su bondad, pues llevaba a Dios en el corazón, nosotros seamos verdaderos discípulos misioneros de Jesús y por mi parte, imploró al padre adoptivo de Jesús, que ahora me tome de la mano, y me conduzca ante la Madre hermosa, la siempre llena de gracia, a la que en esta diócesis invocamos bajo el título de Nuestra Señora del Rosario de Arma, para poner bajo su mirada y cuidado mi ministerio Episcopal; brille siempre presidiendo su ejemplo, por la obediencia la palabra divina, por la fortaleza en las adversidades, por el amor entrañable al proyecto de Dios. Y todo en mi vida y mi ministerio sea para alabanza de tu gloria, Señor”. Finalizó.
Ver y escuchar la Homilía completa
Al término de la celebración, el padre Gabriel Aristizábal, entregó un mensaje en nombre de toda la diócesis, a Monseñor José Saúl Grisales.