
En el primer domingo de ese tiempo, Francisco, explicó que durante aquellos cuarenta días de soledad en que Jesús se preparó para anunciar el Evangelio del Reino de Dios, »enfrentó a Satanás “cuerpo a cuerpo”, desenmascaró sus tentaciones y lo venció. Y en Él vencimos todos, pero nos toca a nosotros proteger en nuestro cotidiano esta victoria».
»La Iglesia -continuó- nos hace recordar ese misterio al principio de la Cuaresma, porque nos da la perspectiva y el sentido de este tiempo, que es …un tiempo de lucha espiritual contra el espíritu del mal. Y mientras atravesamos el »desierto» cuaresmal, tenemos la mirada puesta en la Pascua, que es la victoria definitiva de Jesús contra el Maligno, contra el pecado y contra la muerte. Este es pues, el significado de este primer domingo de Cuaresma: regresar decididamente al camino de Jesús, el camino que conduce a la vida».
»Y este camino de Jesús pasa a través del desierto,… el lugar donde se puede escuchar la voz de Dios y la voz del tentador. En medio del ruido y de la confusión no es posible porque se escuchan sólo las voces superficiales. En cambio, en el desierto, podemos bajar en profundidad, allí donde se juega verdaderamente nuestro destino, la vida o la muerte. ¿Y cómo escuchamos la voz de Dios? La escuchamos en su Palabra. Por esto es importante conocer las Escrituras, porque de otra manera no sabemos responder a las insidias del Maligno… ¡Tened siempre el Evangelio a mano! El desierto cuaresmal nos ayuda a decir no a la mundanidad, a los ‘ídolos’, nos ayuda a tomar decisiones valientes conformes al Evangelio y a reforzar la solidaridad con los hermanos».
»Entremos, pues, en el desierto sin miedo, porque no estamos solos: estamos con Jesús, con el Padre y con el Espíritu Santo -agregó el Santo Padre- La Cuaresma, por lo tanto, es un tiempo propicio que debe llevarnos a ser cada vez más conscientes de cuanto el Espíritu Santo, recibido en el Bautismo, ha obrado y puede obrar en nosotros. Y al final del itinerario cuaresmal, en la Vigilia Pascual, podremos renovar con mayor conciencia la alianza bautismal y los compromisos que de ella derivan».
El Papa acabó su reflexión confiando a la Virgen la semana de Ejercicios Espirituales que iniciará esta tarde y en la cual tomarán parte sus colaboradores de la Curia Romana. »Rezad -dijo- para que en este ‘desierto’ que son los Ejercicios podamos escuchar la voz de Jesús y también corregir tantos defectos que todos nosotros tenemos, y hacer frente a las tentaciones que cada día nos atacan. Os pido, por lo tanto, que nos acompañéis con vuestras oraciones».
Después de rezar el Ángelus, el Papa se refirió nuevamente a la Cuaresma, »camino de conversión cuyo centro es el corazón», para presentar a los fieles un folleto que regaló a los presentes en la Plaza y cuyo título es precisamente »Custodia el corazón». El folleto, -distribuido por un grupo de voluntarios entre los que se encontraban diversas personas sin hogar acudidas en peregrinación- recoge algunas enseñanzas de Jesús y los contenidos esenciales de la fe, como por ejemplo los siete sacramentos, los dones del Espíritu Santo, los diez mandamientos, las virtudes, las obras de misericordia etc…
»Como siempre sucede -señaló citando la labor de los voluntarios sin hogar- también hoy, aquí en la Plaza, los necesitados son los que nos dan una gran riqueza: la riqueza de nuestra doctrina para custodiar el corazón. Tomad un folleto cada uno y llevadlo con vosotros como ayuda para la conversión y el crecimiento espiritual, que parte siempre del corazón: allí es donde se juega el partido de las decisiones cotidianas entre el bien y el mal, entre mundanidad y Evangelio, entre la indiferencia y el compartir. La humanidad tiene necesidad de justicia, de paz, de amor y podrá lograrlo solamente regresando con todo el corazón a Dios, que es la fuente de todo ello».