En la mañana del 19 de enero, el obispo diocesano presidió la Eucaristía de acción de gracias con el personal de la curia episcopal, que ya se reintegra en su totalidad a las funciones y accionar pastoral de esta Iglesia Particular.

En la Homilía, el pastor diocesano invitó a que fuera un año especial en el servicio que cada uno presta, partiendo del entendimiento de la presencia de Jesús entre nosotros, que viene a traer la novedad de la vida “En la respuesta de Jesús al por qué sus discípulos no ayudan hace referencia a lo más profundo de la alianza, el amor. Cristo nos invita a la fiesta y esta es alegría”.

“El llamado que hace Jesús es a una vida en plenitud, de alegría y esa vida solo se encuentra en el novio, en Jesús, que nos invita a una nueva relación con Dios, ya no de esclavos sino de hijos” expresó monseñor.

Además, invitó a todos los participantes entre sacerdotes y laicos a plantearse cuál es la actitud en la relación que cada uno tiene con Dios, la cual no está determinada por normas obligantes, sino que es algo que sale del corazón del hombre. “El gozo del evangelio llena la vida y el corazón del discípulo, porque quien se encuentra con Cristo es liberado del pecado, la tristeza, el vacío interior, sinsentido y aislamiento. Estamos llamados a vivir en comunidad. La fiesta indica todo eso: encuentro, alegría, sentido pleno de vida” agregó el pastor diocesano.

Añadió, además, que “la alianza de Dios con el hombre es el amor; por tanto, donde hay comunión siempre tiene que brotar la alegría”

Para terminar, invitó a que en todas las actividades se vea la novedad, no sólo de un año que empieza, sino de la actitud de todos, de los creyentes, que hace muevas todas las cosas. “En la oración colecta decíamos que el trabajo debe servir para la extensión del Reino de cristo; la satisfacción que eso produce es lo más cercano a la vida plena, una vida del amor”