El miedo nos está matando
«Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar».
MAHATMA GANDHI
Con las muertes violentas de jóvenes hinchas del futbol en Antioquia y las múltiples agresiones a nivel nacional, se develan una serie de miedos que agobian a los ciudadanos y los limitan en el uso de sus libertades, con lo cual se deteriora el concepto de seguridad y los lazos de solidaridad que caracterizan la vida en comunidad. Algunos datos superficiales y rápidos bosquejan un panorama, no como radiografía completa pero sí muestra algunos indicadores con los que se compone un escenario que resulta aterrador y exacerba los miedos pasando por no poder movilizarse libremente, participar de ciertos espacios, hasta portar una camiseta de uno u otro color.
“Medicina Legal reveló que, entre enero y marzo de 2023, en el país se han registrado 4.067 muertes violentas, de las cuales 2.231 corresponden a homicidios, 1.354 a muertes en accidentes de tránsito y 482 a suicidios” (Idroba, 2023). Así mismo “(…) reveló que en tres meses del año se han registrado 27.651 casos de violencia en todo el país, de los cuales 13.993 corresponden a violencia interpersonal, 6.663 a violencia de pareja, 3.773 presunto delito sexual y 3.262 a casos de violencia intrafamiliar” (Idroba, 2023).
En cada una de las publicaciones que se conocen acerca de muertes violentas, se evidencia la nula capacidad de relacionarse en las discrepancias, con el que piensa diferente, con quien no comparte gustos e ideas. En este horizonte se hace urgente preguntarse por la influencia de los sentidos socialmente compartidos, el papel de los medios de comunicación y las redes sociales, que exacerban los odios y las salidas violentas para dirimir los conflictos.
Los miedos actuales tienen el sello de la modernidad que atravesamos como sociedad, es decir, una modernidad líquida, flexible, voluble, en la que los modelos y estructuras sociales no tienen la pretensión de permanencia y de estabilidad sino de rapidez, de ciclos cortos y de volatilidad (Milcíades, 2013). La sociedad actual cada vez más mediática, brinda datos e informaciones constantes incrementando sensaciones, reacciones, sentimientos de inseguridad y los instintos reaccionarios ante cualquier manifestación en el que con fundamento o no, se sienta la amenaza.
Cada vez más, se apela al uso de la violencia y su justificación para utilizarla como respuesta a cualquier tipo de situación, la validación colectiva como mecanismo de protección para enfrentarse a las posibles amenazas que trae consigo el extraño, el diferente, el que no piensa igual, lleva a convertir la comunidad en campos de batalla donde la palabra, el diálogo, la conciliación pierde sentido, una sociedad temerosa es la que no analiza las causas, se deja llevar por las apariencias y poco por las realidades.
De tal manera, es necesario ir mas allá de lo que vemos y escuchamos, indagar más sobre lo que sucede, preguntarse por las causas, consecuencias y situaciones, buscando en el dialogo la herramienta perfecta para poner en el centro la vida, su cuidado, protección y respeto, en todo momento.
Por: Sandra Lucía Espinal
Magíster en Educación con énfasis en DDHH