EL PODER COMUNITARIO: Gran aportante para los nuevos mandatarios
“La filosofía personal no se expresa mejor en las palabras; se expresa en las elecciones que uno hace… las decisiones que tomamos son, en última instancia, responsabilidad nuestra”
Eleanor Roosevelt, ex primera dama de Estados Unidos.
El Oriente Antiqueño desde hace varios años viene presentando disputas territoriales y propuestas desarrollistas que necesariamente pasan por decisiones políticas y económicas; interpelando los intereses de sectores, con la pretensión de un reordenamiento regional, que brinde propuestas a la acelerada sobre-población del sector inmobiliario. Obligando a muchos municipios, sobre todo los del altiplano, a repensar las maneras de interactuar entre pobladores nativos y los foráneos que todos los días llegan a habitar y compartir formas de vida, intereses, prácticas y costumbres.
No menor es el desafío para quienes deben orientar la región y el rol del sector público, su interacción con actores privados y su responsabilidad en la protección y garantía de los derechos.
Esta preocupación está condicionada por el lugar desde donde se asume cada actor en el momento actual. Una mirada al pasado, así parezca un lugar común, es necesaria para ratificar que se ha experimentado una transformación significativa en las últimas tres décadas. Rionegro como epicentro de la región, es ejemplo de ello: es una ciudad intermedia en la que se encuentra asentado el aeropuerto internacional del departamento, existen grandes industrias, centros comerciales, centros hospitalarios de alta complejidad y que presenta desafíos en términos de conurbación con municipios como Marinilla, El Carmen de Viboral, La Ceja, con zonas de expansión en aumento acelerado, así mismo, problemáticas sociales de desigualdad y pobreza.
Con este panorama, es necesario que la región se piense en la superación de estos retos. En este sentido, los nuevos mandatarios deberán pensarse en bloque asumiendo dichas realidades, diseñando planes de desarrollo que potencien una región más innovadora, creativa y participativa, menos segregada y desigual.
De tal manera, es urgente y necesario visionar desde la población civil una iniciativa que promueva la participación de procesos organizativos de distintos sectores, poblaciones y territorios en el debate electoral, con el objetivo de posicionar en la agenda pública los temas que se consideran hoy vitales para el Oriente Antioqueño.
Ya en muchas ocasiones se ha hecho y la Iglesia diocesana ha tenido un papel protagónico. Ante el escenario actual y los múltiples desafíos es necesaria la “juntanza” y la certeza de que la democracia se fortalece cuando las sociedades, reconociendo su dinamismo, logran identificar sus contradicciones y se disponen a debatirlas para acordar consensos que orienten la construcción del futuro común.
Por esto, es necesario hacer parte de este gran proceso de decisión, como agentes activos, conocedores del territorio, intervinientes en cada uno de los municipios y capaces de aportar desde el rol desarrollado, a construir con los candidatos a las alcaldías y corporaciones municipales, ideas y propuestas innovadoras que permeen la construcción de agendas comunes, porque es la capacidad de soñar desde las miradas, sentires, narrativas y querencias cómo el Oriente Antioqueño será un lugar común, que busca el desarrollo, la equidad y la justicia para todos sus habitantes.
Por: Sandra Lucía Espinal
Mag. en Educación con énfasis en DDHH