El día jueves 11 de abril, vivimos la Solemne Misa Crismal, la fiesta de la Unidad Diocesana, que se realizó en la Catedral Nuestra Señora de Chiquinquirá, en Sonsón, la casa madre de nuestra diócesis.
Allí, presididos por monseñor Fidel León Cadavid Marín, se realizó la bendición de la nueva cátedra o sede fija del obispo, de la que carecía este templo catedral. Además, los casi 200 sacerdotes que se hicieron presente, renovaron las promesas sacerdotales que realizaron el día de su ordenación.
Esta celebración recibe ese nombre, porque en ella se realiza la bendición de los Óleos de los Catecúmenos y de los Enfermos y se consagra el Santo Crisma, que se usarán en todas las parroquias de la diócesis, para los diferentes sacramentos que lo requieren. Además, presentamos el nuevo Coro Diocesano, que se conformó este año entre seminaristas y laicos.
El Misal Romano, hablando de la Misa Crismal, explica que La liturgia cristiana recoge el uso del Antiguo Testamento, en el que eran ungidos con el óleo de la consagración los reyes, sacerdotes y profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa «el Ungido del Señor».
Con el Santo Crisma consagrado por el obispo, se ungen los nuevos bautizados y los confirmados son sellados, se ungen las manos de los presbíteros, la cabeza de los obispos y la iglesia y el altar en su dedicación. Con el Óleo de los Catecúmenos, estos se preparan y se disponen al bautismo. Con el óleo de los enfermos, estos reciben alivio en su enfermedad. Del mismo modo se significa con el Santo Crisma que los cristianos, injertados por el bautismo en el Misterio pascual de Cristo, han muerto, han sido sepultados y resucitados con él, participando de su sacerdocio real y profético, y recibiendo por la confirmación la unción espiritual del Espíritu Santo que se les da.
Con el Óleo de los Catecúmenos se extiende el efecto de los exorcismos, pues los bautizados reciben la fuerza para que puedan renunciar al diablo y al pecado, antes de que se acerquen y renazcan de la fuente de la vida.
El Óleo de los Enfermos, cuyo uso atestigua Santiago, remedia las dolencias de alma y cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar y vencer con fortaleza el mal y conseguir el perdón de los pecados.
La bendición del óleo de los enfermos y del óleo de los catecúmenos, así como la consagración del crisma, ordinariamente se hacen por el obispo el día de Jueves Santo, en la misa propia que se celebra por la mañana, siguiendo el orden establecido en el Pontifical Romano. Pero si el clero y el pueblo tienen dificultad para reunirse con el obispo en este día, la misa crismal se puede anticipar a otro día, pero cercano a la Pascua, por eso esta celebración se realizó en esta fecha, ocho días antes del Jueves Santo.
En la homilía, el obispo habló del sentido de la Cátedra nueva que se bendijo, como el lugar en el que el obispo enseña a la comunidad; también invitó a los sacerdotes a fortalecer la unidad diocesana junto a los miembros de la comunidad que les ha sido confiada.
Esta es la homilía de Mons. Fidel León Cadavid en la Misa Crismal.
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