La Pastoral Social de la Diócesis de Sonsón Rionegro, desde su perspectiva de desarrollo humano, concibe al ser humano de forma integral, abarcando su dimensión personal y comunitaria; considerándolo a su vez en relación con el otro, y la realidad que lo rodea, en un proceso de co-construcción que se retroalimenta constantemente en la formación de un tejido social.
En línea con lo anterior, a través de la iniciativa “La paz, nuestra paz”, que desde el 2015 se viene impulsando con la convicción ética de que la paz se construye con el aporte de todos y que parte del reconocimiento del sí mismo y de los demás, y teniendo como foco el objetivo de contribuir a la generación de capacidades personales y colectivas para la construcción de un territorio de paz; por ello, este Miércoles Santo 28 de marzo, se llevó a cabo el retiro espiritual para funcionarios públicos, un encuentro que tuvo como objetivo hacer una lectura de la realidad desde una perspectiva que fortalece la espiritualidad y la vida.
Al retiro asistieron alrededor de 40 personas, entre ellos los alcaldes de La Ceja, El Carmen de Viboral, La Unión, Guarne y Granada, algunos Concejales, Secretarios de Gobierno, directores de Asocomunales, y otras personas vinculadas a las administraciones municipales, que tuvieron la oportunidad de repensar y hacer consciente lo que se hace, se piensa y se siente en relación con Dios, la familia y reflexionar sobre cómo sus decisiones y vivencias personales repercuten en la vida comunitaria.
Estos espacios buscan vencer lo que el papa Francisco llama “la espiritualidad del espejo”, en la que se hace referencia a una postura que busca iluminarse solo a sí mismo, más que llevar a los demás luz de fe y solidaridad. Apostarle al fortalecimiento de la espiritualidad es apostarle al fortalecimiento comunitario, pues este ejercicio, aunque se realiza a partir de una introspección individual, apunta siempre a la evaluación constante del sí mismo con respecto a los demás.
En la homilía, monseñor Fidel agradeció a los que asistieron y decidieron tomarse un tiempo para cada uno y para Dios, aprovechando esta semana propicia, en la que debe haber una mayor disposición para los misterios que en estos días se celebran. “esta invitación que el Señor hace para estar con él, en un momento de meditación, de reflexión, incluso de descanso, es para ponerle cuidado a lo que él nos quiere decir. Recordando la primera lectura, del libro de Isaías, se conoce la misión que el siervo de Dios tiene, que consiste en dar al abatido una palabra de aliento. Esa debe ser nuestra misión: Alentar, levantar al abatido.”
Esa misión de decir al abatido una palabra de aliento no es fácil, decía el obispo diocesano “por eso hay oposición ‘me golpeaban la mejilla, me daban ultrajes y salivazos’, a pesar de eso, como lo narra Isaías, no se echó atrás; ese siervo, o Jesús, a pesar de las dificultades de esa misión, no se fue atrás, por más duro que le daban y es todo por una sola razón, ‘El Señor me ayuda’ y yo sabía que no quedaría defraudado, tenía la confianza total en Dios”.
Jesús, un hombre obediente a la palabra de Dios, se mantuvo firme, no se rajó, a pesar de los insultos, de la condenación, de la cruz, de la pasión, para cumplir una misión en bien de los demás.
Invitó a los asistentes a tomar un aspecto del Evangelio, “donde se revela, a través del texto, que Jesús está en ambiente de cena pascual, donde debería ser un ambiente de amistad ‘mis discípulos, mis amigos, mis hermanos’, pero ese ambiente tan familiar se enrareció por el fantasma de la traición, ‘¿seré yo?’, empezaron las dudas con ‘¿quién será?, en ese ambiente de la última cena de Jesús con sus discípulos aparecen dos extremos –cada uno puede ir mirándose dónde se sitúa-, que pueden existir: Judas, que busca entregar ‘¿Qué están dispuestos a darme si se los entrego?’, esta es una entrega de traición, al amigo, al que conoce, ‘¿qué me dan?’, eso es vender; ahí ya existen un montón de intereses metidos, el interés del lucro, el interés material ¿Soy capaz de vender al amigo?; esa es una manera de actuar y de entender la vida; puedo existir en ese sentido de entregar y vender. En el otro lado está Jesús, quien muestra otra entrega, ‘Este es mi cuerpo, esta es mi sangre, entregada por ustedes’, esta entrega no es interesada, es un don, por ustedes, por nosotros. Esas dos entregas que habla el evangelio son muy diferentes, la de Dios que quiere el bien o la otra que es traicionera”.
El que está en capacidad de vender al amigo, está también en capacidad de vender todo, ahí juegan dos actitudes del corazón, decía monseñor Fidel “uno actúa de acuerdo a lo que hay en el corazón de cada uno. En el de Judas, interés. El Corazón de Jesús quiere cumplir la misión del siervo, de saber decir al abatido una palabra de aliento, cargar con los pecados del mundo, con un amor puro que no está exigiéndole nada a nadie. Jesús da lo mismo aún por Judas que lo traicionó o por Pedro que lo negó; un amor que está por encima de represalias o de cobros, porque el único interés de Él es el bien”.
El Obispo hacía la pregunta “¿Somos nosotros Judas? hemos traicionado a Dios, traicionado ideales, una comunidad, a la esposa, al hijo, a un amigo de alguna forma, cuando no hay una actitud completamente abierta de servicio o de donación, porque ahí está el secreto de una vida cristiana. El camino Cristiano solo es uno, el camino de la entrega que vence el egoísmo ¿Qué intereses hay en mi corazón?, si son los míos, no caben los de los demás”.
“Todos estamos enviados a los que más necesitan, a decir al abatido una palabra de aliento, a consolar, a levantar, a restaurar; eso es lo que nos indica el Señor. Nosotros sabemos que el bien a veces el perseguido, pero que como tienen una consciencia clara y el valor de unos principios, no se están vendiendo al mejor postor. ¡Tan difícil mantenernos firmes!”, finalizó el obispo.
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