El domingo 22 de julio se realizó el encuentro de formación y actualización para miembros de la Vida Consagrada de la Diócesis, en el Colegio La Presentación en Rionegro, donde se abordó el tema de la Liturgia. La Eucaristía fue presidida por Mons. Fidel Cadavid, obispo diocesano y se contó con la presencia del P. Juan David Muriel, de la Arquidiócesis de Medellín.
El encuentro tuvo como lema “La liturgia, acción silenciosa del corazón”, y responde al trabajo que viene realizando la delegación para la Vida Consagrada, que cada año ofrece un curso de formación en algún aspecto de la teología o de la pastoral. “Hemos querido darle a este curso el tinte de la liturgia, como acción silenciosa del corazón, mirando la importancia de la liturgia en la vida del cristiano y muy concretamente en el campo de los consagrados, para tener una mayor experiencia en el encuentro con el señor, a través de un enriquecimiento personal y comunitario, a partir de las reflexiones que compartió el conferencista y mirando todos los retos y desafíos que se tienen en el campo de la liturgia en las comunidades”, explicó el padre Javier Marín, quien coordina la delegación.
El evento inició con la celebración de la Eucaristía, presidida por monseñor Fidel León Cadavid Marín, obispo diocesano, quien en la homilía recordó que Jesús llamó a sus discípulos a un lugar apartado y los invita a descansar y por lo mismo, manifestó la necesidad de que “los miembros de las diferentes comunidades se tomen su tiempo para acercarse a Jesús, restaurar las energías y tomar nuevas fuerzas para seguir con el anuncio del evangelio; por eso debemos preguntarnos, desde el evangelio, ¿qué es necesario para que nosotros nos renovemos?”.
En la conferencia, el padre Juan David Muriel, explicaba que la liturgia, a través de su carga de ritos y oraciones, actualiza la presencia pascual del Señor, y tiene un componente ético y moral, expresado a través de la palabra y los ritos, que nos invita a una actitud discipular, es decir “Es una acción silenciosa un corazón que se orienta hacia la persona de Cristo, que se orienta hacia el evangelio y que hace de la liturgia un culto en Espíritu y verdad”.
El padre Muriel también decía que “todos somos celebrantes del misterio; hemos de convencernos que nuestra condición bautismal nos ha hecho capaces del culto, es decir, nos ha hecho adoradores. Es muy triste que nos sintamos todavía a estas alturas que un padre está celebrando la Eucaristía; el Sacerdote está presidiendo la celebración, pero todos somos responsables, ministros y agentes de la acción ritual. En ese sentido, todos los que participamos del culto, debemos entender la convencionalidad de los signos, las reglas internas de juego litúrgico, la capacidad que tiene la liturgia de transformar y convertir nuestra vida porque si no la entendemos, si no la comprendemos, si no la vivimos, si no la oramos, la liturgia se va a convertir un número circense de reglas externas que no tocan la existencia cristiana”.
El padre Javier Marín consideró como muy importante este espacio de encuentro y reflexión en torno a la liturgia, pues como consagrados tienen un papel sumamente importante y fundamental dentro del plan de pastoral, ahora que estamos en esa tarea de articularnos para poder trabajar juntos como consagrados, ayudando para que la comunidad pueda tomar consciencia de la renovación “Es importante para que quienes han participado puedan vivir, celebrar y comprender mejor el misterio, pero, también, porque nos ayudan en la evangelización, en la catequesis y en la formación en las distintas comunidades; es decir, hacemos con los consagrados una voz que se replica hacia los fieles, para comprender el misterio de salvación, que es la obra de Cristo, para glorificar al padre, haciéndolo bien y sobretodo con los criterios de la iglesia y no con tantos caprichos y gustos particulares que a veces se tienen”.
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