Obispos que han regido

Monseñor alberto Urdaneta

Monseñor Alberto Uribe Urdaneta

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Fue nombrado como primer Obispo de la diócesis el Excmo. Sr. Alberto Uribe Urdaneta, a la sazón Obispo Auxiliar de Manizales. Su posesión canónica se realizó el día 16 de Junio del  mismo año. En ese momento contaba la  nueva jurisdicción eclesiástica con 71 sacerdotes y 29 parroquias.

Constituyó el principal empeño de Mons. Uribe Urdaneta, además de configurar la nueva jurisdicción, la fundación del Seminario Diocesano «San Alberto Magno», el cual empezó a funcionar el 29 de Febrero de 1960. Así mismo se dio vía libre para la creación en La Ceja del Seminario Nacional de Cristo Sacerdote para vocaciones adultas,  fundado y dirigido por el entonces Vicario General Mons. Alfonso Uribe Jaramillo; este Seminario empezó a funcionar en el mes de Febrero de 1959 con 14 alumnos, varios de ellos profesionales de reconocido prestigio, y fue el inicio de una  obra que se ha constituido en pilar fundamental de la diócesis y en una invaluable ayuda a las demás Iglesias  particulares del país e incluso a muchas del extranjero.

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Monseñor Alfredo Rubio

Monseñor Alfredo Rubio Díaz

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Después de una amplia y fecunda labor pastoral en la diócesis, monseñor Uribe Urdaneta fue nombrado Obispo de Cali y en su reemplazo llegó el Excmo. Sr. Alfredo Rubio Díaz, obispo hasta entonces de la Diócesis de Girardot. Su posesión se produjo el 23 de Abril de 1961.Ejerció su misión pastoral hasta el año de 1968 cuando fue promovido al cargo de Arzobispo de Nueva Pamplona.

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Monseñor Flavio Calle Zapata

Monseñor Flavio Calle Zapata

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En 1993 el Santo Padre aceptó la renuncia que por límite de edad presentó Mons. Alfonso Uribe Jaramillo y nombró como reemplazo al Excmo. Señor Flavio Calle Zapata, hasta entonces Obispo-Prelado del Alto Sinú y San Jorge. Mons. Flavio tomó posesión solemne de la diócesis el 19 de marzo en la Catedral de Rionegro y al día siguiente en la Catedral de Sonsón.

Su primera y principal preocupación fue dotar a la diócesis de un plan de pastoral que guiara el programa de Nueva Evangelización en que estaba empeñada la Iglesia a partir de la Conferencia de Santo Domingo. Fue así como nombró un equipo coordinador del Plan, un Vicario de Pastoral y paulatinamente fue designando delegados suyos para coordinar las distintas áreas de pastoral. Durante su gobierno se ejecutó con notable éxito el primer Plan Pastoral 1995-2000 y se inició la ejecución de un segundo Plan 2001-2005. El clero, las religiosas, los religiosos y el laicado participaron activamente en la tarea pastoral y se vieron frutos significativos en la adecuación de las estructuras diocesanas, vicariales y parroquiales.

Continuó Mons. Flavio con la obra vocacional y misionera emprendida por su antecesor, dando mayor solidez a los seminarios y asociaciones sacerdotales establecidos en la diócesis y favoreciendo la capacitación en universidades romanas de un considerable número de sacerdotes con destino a los seminarios, la pastoral diocesana y la Universidad. Se abrieron, además, nuevos centros misioneros extendiendo la misión a países de Asia (Bangladesh) y de África (Mozambique y Gabón), así como a otros países de Centroamérica, Sudamérica y El Caribe.  La Universidad Católica de Oriente recibió todo su apoyo, creciendo en número de estudiantes y en calidad educativa y creando el Colegio Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo con servicios para el área urbana y para áreas rurales de varios departamentos a través de un programa de educación rural (SER) en forma tutorial.

En el país se valora la obra de Mons. Flavio como la de un Obispo mensajero y constructor de la paz. En efecto, durante su pastoreo la región sufrió un enorme deterioro social y político por la presencia en la totalidad del territorio diocesano de grupos armados en conflicto: guerrillas de las FARC y del ELN, así como autodefensas de diferentes bloques. Eso significó para la diócesis un enorme derramamiento de sangre de civiles inocentes, sobre todo de campesinos, la semidestrucción de varias poblaciones, desplazamientos continuos y masivos hacia las zonas urbanas y hacia otras ciudades, el empobrecimiento de la región y el adoctrinamiento marxista-leninista de buena parte de la niñez y de la juventud.  Debió el Obispo ponerse al frente de la situación ofreciendo sus buenos oficios para la mediación en el conflicto y para amortiguar su impacto de muerte y destrucción. Para ello fortaleció la Pastoral Social, creó la Corporación Vida, Justicia y Paz e impulsó los programas de educación para la paz, sobre todo a través de los Movimientos Sembradores de Paz y Jóvenes Constructores de Sociedad Civil, mientras él mismo lideraba la organización de los dirigentes de la región para trabajar por la pacificación.

 

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Monseñor Ricardo Tobón Restrepo

Monseñor Ricardo Tobón Restrepo

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El 25 de Abril de 2003 fue nombrado como Obispo de la Diócesis Mons. Ricardo Tobón R. Tomó posesión de la Diócesis el 6 de julio en la Catedral de San Nicolás el Magno de Rionegro y el 7 de julio en la de Sonsón.

Monseñor Ricardo Tobón Restrepo es un Obispo con una sólida formación académica, la que  se expresa en su vasto magisterio episcopal, y su profunda reflexión teológica. Ha sido admirable por su capacidad para ejecutar proyectos  de envergadura y proyectar la Diócesis pastoralmente. La obra ingente del Seminario diocesano Nuestra Señora volvió realidad el sueño del clero diocesano de tener su propio semillero de aspirantes al ministerio sacerdotal. En la fundación Casa de la Transfiguración apareció su interés por resolver el problema de los sacerdotes mayores de 75 años para poder  vivir su vejez  tranquilamente y  prepararse para el paso definitivo a la casa del Padre.

Durante el tiempo de su ministerio episcopal, en el 2007, se celebraron en la Diócesis las bodas de oro de la fundación, con  el lema «50 AÑOS UNIDOS EN LA FE». Con este lema se publicaron seis libros que abarcan la historia de esta porción del pueblo de Dios, son ellos: «Huellas de una Iglesia», «Formación Sacerdotal», «Testigos de la Esperanza», «Al Servicio de la Caridad», «Magisterio Episcopal» y «Vida y obra de Mons. Alfonso Uribe Jaramillo». Fue una ocasión maravillosa para renovar los compromisos evangelizadores de esta Iglesia particular. Estas efemérides se realizaron dentro del Plan de pastoral 2006-2010  que hizo énfasis en la frase de Lucas (4,20): «todos los ojos estaban fijos en Él». Las visitas pastorales llenaron de ánimos los grupos apostólicos y a las comunidades de todas las parroquias visitadas.

Otro proyecto de Monseñor Ricardo fue la Corporación «Pan y Vida». Fue creada por decreto Nº 24 del 21 de noviembre de 2005 para asociar las instituciones de servicio de la caridad en las parroquias de la Diócesis y para gestionar recursos para ellas. Este trabajo ha dado sus frutos y ya se cuenta en la Diócesis con más de 14 casas Pan y Vida en los municipios de Rionegro, Sonsón, Abejorral, San Carlos, Argelia, El Peñol, El Retiro, La Ceja, Cocorná, Nariño, El Santuario, San Rafael, San Francisco y Marinilla.

Las comunidades eclesiales por el Reino de Dios (CER) han tenido interés precedente en la agenda de trabajo de Monseñor Ricardo. Estas comunidades eclesiales han tratado de replicar el modelo de las primeras  comunidades cristianas, con el fin de crear espacios para el anuncio de la Palabra de Dios y la catequesis, la celebración de la Eucaristía y para suscitar el compromiso en el servicio de la caridad a los pobres y enfermos de la Iglesia; todo ello para dar continuidad al Plan de Pastoral diocesano. Le queda, pues, a la Diócesis un modelo sistematizado, organizado y evaluado de un proceso evangelizador para el mundo de hoy.

Cabe destacar el interés por darle una mejor organización en su estructura y en sus estatutos a las Asociaciones sacerdotales: «Siervos del Espíritu Santo» y «San Pablo»; dio una mejor consolidación a los equipos misioneros velando por su estabilidad; se preocupó por la formación permanente del clero, prueba fehaciente de ello es su fructífera gestión por lograr que un nutrido número de sacerdotes pudiera realizar estudios de especialización en diferentes disciplinas eclesiásticas en universidades de Europa; su afán por la calidad de los cursos anuales de formación y actualización del clero, y además, los programas ofrecidos desde la Universidad Católica de Oriente para la profesionalización del sacerdote.

Un interés particular mostro por la organización de la economía diocesana, nombrando el Vicario Episcopal de Administración y procurando consolidar el patrimonio económico estable.

Se esforzó por responder pastoralmente a las necesidades de las poblaciones en crecimiento, erigiendo cinco nuevas parroquias: «La Transfiguración del Señor» en el municipio de El Peñol, «La Santísima Trinidad» en la Ceja, «La Sagrada Familia» en Marinilla, «María Reina de la Paz» en El Carmen de Viboral y «San Antonio» en el municipio de Guarne.

Dio una mayor consistencia al Seminario Diocesano «Nuestra Señora», preocupándose no solo por la formación, sino también en la planta física.  Cabe notar, que consolidó el «Propedéutico» en el Seminario Diocesano y el año de Formación Pastoral para los seminaristas que finalizan el segundo año de Teología.

Lo caracterizó, además, su capacidad para escribir y producir material bibliográfico le deja a la Diócesis un acervo de documentos que, por mucho tiempo, le servirán para recordar el auténtico magisterio episcopal, claro y profundo. Las cartas pastorales, el boletín de las comunidades: UNANIMES, los editoriales de Vida Diocesana, las homilías pronunciadas en diferentes celebraciones eucarísticas, sus discursos y catequesis sencillas para el Pueblo de Dios son un ejemplo claro de su facilidad de comunicación. Se dirigió a todos los estamentos del Pueblo de Dios, pero no se dejó atrapar por ninguna ideología social o  política. Tuvo la capacidad de dejar «soplar el Espíritu» en donde quería y él no hizo otra cosa que dejarse conducir. Fue un obispo de todos y para todos, pero nadie le pudo quitar la libertad y autonomía de las que siempre gozó, para bien de esta iglesia particular de Sonsón Rionegro.

Monseñor Ricardo, deja una diócesis organizada pastoral y administrativamente; no es sino repasar el trabajo de la Vicaría de Administración. La formulación del Plan de Pastoral 2006-2010 se convierte en una valiosa herramienta para continuar la tarea evangelizadora, de cara a los retos que enuncia el Documento de Aparecida, especialmente en lo que apunta a la misión continental. La misión «ad gentes» y el servicio a las iglesias hermanas han sido algunas de las satisfacciones más grandes del Señor Obispo.

 

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